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Jose Carlos Márquez, el “loco” de los autos eléctricos
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Jose Carlos Márquez, el “loco” de los autos eléctricos

Nuestro CEO cumplió su sueño juvenil creando Quantum. La marca cochabambina logro expandirse  a Perú, Paraguay, México y El Salvador. 

No se lo dijeron con esas palabras, pero algunos proveedores quizás creyeron que estaba algo loco cuando José Carlos Márquez les preguntó si podían asegurarle partes para producir vehículos eléctricos en Cochabamba, así que le dijeron que no. 

Lejos de desanimarse ante el escepticismo, optó por recurrir a los extranjeros. Ahora su proyecto es una realidad, creó Quantum S.A., la primera empresa cochabambina que fabrica esos autos en el país.

Esa capacidad para no dejarse vencer por los obstáculos, que deja entrever mientras habla, le permitió hacerse cargo, siendo muy joven, de la empresa que le dejó su padre cuando tuvo que partir a otro país por cuestiones familiares. Recibió Metalin, una firma con mala salud económica que con el tiempo logró estabilizar y ahora tiene un buen espacio en el mercado de la maquinaria de construcción y minería.

Tiene 37 años y hace 20 que está a cargo de la empresa familiar. “Siempre me gustó la tecnología y constantemente incorporamos maquinaria de punta al país, aunque en otros países ya es algo común. Tenemos el primer robot con posicionador de Bolivia y pensamos incorporar más robots para pintura y otras actividades. Los bancos se dieron cuenta que, al financiarnos equipos, los empresarios podemos mejorar la producción”, comenta.

Pero, José Carlos ya estaba involucrado en el rubro muchos años antes, sin saberlo. Cuenta que desde pequeño le ayudaba a su padre, fanático de la mecánica, a reparar su auto. “Siempre me ha gustado la mecánica y saber cómo funcionan los autos” indica. 

NACE LA IDEA 

El proyecto de los vehículos eléctricos surgió hace cuatro años. Su empresa fabricó unas mini volquetas eléctricas para el sector minero y dieron buen resultado. Como la lógica es la misma, no vio difícil hacer autos de uso comercial.

“Por amigos que tienen fábricas en China, logramos tener la licencia de fabricación de un modelo y lo adaptamos al mercado boliviano. Es algo sencillo, se usa mucho en otros países y aquí no tendría por qué no ser igual”, afirma.

Además de la inclinación por la tecnología y el mundo de las máquinas, afirma que la motivación fue la tendencia mundial a cambiar la matriz energética y a fabricar un producto “limpio”, ambientalmente hablando ya que, al ser eléctricos, los vehículos de Quantum no contaminan.

“Decidimos investigar más en serio cómo fabricar los autos eléctricos. Empezamos a ‘destripar’ vehículos de este tipo para ver cómo estaban hechos. Es algo que muchos años antes hicieron Corea y Japón. Vimos qué componentes eran más apropiados que otros, tratamos de ver qué cosas funcionaban mejor para tener un modelo apropiado al mercado nacional”, explica. 

Fue cuando buscaron proveedores locales de diferentes piezas, pero tuvieron mala recepción. No creían en el proyecto, tampoco que pudiera haber mercado. Decían que sonaba interesante, pero que “habría que ver”. Entonces se contactaron con firmas      extranjeras.

Con apoyo de trabajadores del exterior, empezaron a armar la configuración del auto y a hacer pruebas hasta que lograron un modelo “en limpio”. Negociaron plazos, cantidades y licencias. También tramitaron certificaciones, entre ellas de la Sociedad Americana de Ingenieros Automotrices.

“Tengo mucha fe en lo que hago. Varias veces me he equivocado, pero tuve la oportunidad de levantarme. Aunque uno tenga problemas, hay que relajarse y seguir trabajando”, dice convencido, pues uno de sus sueños cuando joven era tener una industria que haga la diferencia y sea útil para la sociedad, lo que es ahora Quantum.